lunes, 31 de octubre de 2011


" 7 mil Millones "

( Algunos de los 7 mil millones hallados mientras gugleaba )


Revisando notas de prensa, comentarios y alusiones referidas al magno acontecimiento, ciertamente resulta imposible abstraerse, mirar hacia el lado, callarse. Que te lo puedes tomar a guasa es cierto; la tentación es grande. La cifra, lo mismo que acojonante, es desternillante….
Uno de los aspectos que más ha llamado mi atención es la pugna -¿estadística?, ¿emocional?, ¿olímpica?- que ha visto involucrada a países de lo más variopintos y que no es otra que la de atribuirse el nacimiento de la "Siete-mil-millonésima criatura”. Claro, si coges la noticia por este mango y entras al trapo, igual te azuzan el espíritu reivindicativo y te da por decir chorradas del tipo “pero si ha nacido en el Gregorio Marañón y, cosa curiosa, es hijo de inmigrantes” o, decir por ejemplo, “estaba en la Maternidad del Salvador y vi cuando le trajeron a mi vecina de cama su guagüita; lavada y todo con su 777 en la nuquita….”
Chorradas aparte, si algo de cierto hubiese en eso de los llamados estigmas demoníacos, eso del 666 ya no se lleva. Razón más que suficiente para dar crédito al comentario de la parturienta santiaguina.
Y claro, desatendiendo por completo ese tipo de sandeces, el otro camino es el catastrofista, apocalíptico.
La nueva cifra del “orgullo planetario”, en lo personal, me resulta espeluznante. Un 777 en la nuca de cierta criatura hablaría de Evolución Demoníaca. Y muy poco de Evolución Humana. Las Políticas de Control de Natalidad a nivel planeta parecen estar en manos de Torrente o Lavín, dos payasos con muy distinto tapete. 
Con combinaciones del tipo: Iglesia Católica en las antípodas del pensamiento o de la evolución antropológica y preeminencia de natalidad en continentes de segunda, tercera y cuarta categoría, proyectar esta cifra dentro del mediano plazo a un 888 en la nuca de sépase qué tipo de criatura se antoja un ejercicio demasiado previsible, poco útil y nada alentador.
Llevado al terreno de lo cotidiano, un amigo de la infancia me ha comentado que años atrás descubrió un infalible Método de Control de Natalidad. El método, además de cutre, mata-pasiones y casquivano, es acojonante. En palabras de este gozador de la vida, eso de empapelar el cuarto matrimonial (o el que se tercie) con afiches de Huggies resulta de lo más efectivo. Dice que enfrentarse a tamaña paradoja echa para atrás (en el más amplio de los sentidos) a cualquiera. A él, en lo particular le ha hecho avituallarse con todo tipo de artilugios, medicinas, herramientas y potinges anti-criaturas. Se ha dejado un buen pastón en ello, admite, pero “hasta ahora no he comprado un puto pañal”, afirma, convencido.
De vuelta al terreno de lo Global, sorprende, en cualquier caso, el escaso revuelo que ha provocado el nacimiento de La Criatura del 777. Sorprende esa especie de velada aprobación por parte de (casi) todos del magno acontecimiento. La gente, ya se sabe, optimista donde las haya, seguro hace una lectura distinta de la mía. Es normal. Y legítimo. Igual nada de pernicioso hay en aquel que ve en el nacimiento del habitante 7 mil millonésimo una cifra que, sencillamente, amplía su universo de potenciales “amigos” del Facebook, o, en el pensamiento de alguien más místico, que vea en ello un acercamiento con ese "Otro Yo" que nunca encuentra. Vaya usted a saber. Y sorprende más, cómo no, que el único revuelo causado tiene que ver más bien con lo reivindicativo. A mí, sinceramente, me la suda. Lo mismo me da que haya nacido en Madrid, en Providencia, en el Congo o en Las Antillas. El caso es que La Criatura ya está entre nosotros. Y muchos la quieren para sí. Y no para enviarle un tráiler con Huggies para recién nacidos precisamente. Yo, la verdad, me sumo a los cuatro gatos que critican el fondo de todo esto. Y es que cierto pálpito me emputece.
Pronostico que dentro de muy poco, y posiblemente en un Gran Hermano Planetario, seremos testigos “privilegiados” de una carrera electrizante. Trillones de espermatozoides habrán sido parte de un casting apasionante. Meses después, solo unos cuantos iluminados abandonarán territorio placentario y asomarán la cabeza (para entonces, imposible ya que vengan de culo) llegando a este loco mundo. Solo uno será La Criatura. La imparable Evolución Tecnológica permitirá dirimir sin lugar a equívocos o interpretaciones a La Criatura del 888. El Elegido. La Criatura por antonomasia. La Criatura más bestia de todas las bestias. 
Evolución genética mediante, posiblemente nacerá vestido para la ocasión; su dentadura será blanquísima y uniforme; y su cabello, peinado en new look de la época. Lo mismo vendrá tatuado y con un piercing en la lengua. Y claro, nacerá hablando. Y en varios idiomas, el muy políglota. Ofrecerá una conferencia de prensa y, con un vozarrón estentóreo que dejará helada a la audiencia, nos dirá:

                    “Señores: ¿No será que somos ya demasiados?”

( Claudio Olivos - Octubre 30 de 2011 - Cerro San Cristóbal, Santiago de Chile )

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