lunes, 30 de junio de 2008


" Entre Gatos y Ángeles "

(VINCENT van GOGH - "Still Life with Three Books" - Paris, march april 1887)


Supersticioso como siempre y como cada noche —insisto, como siempre y como cada noche— encaminé mi rumbo hacia la derecha, hacia "la calle más orinada de la ciudad". Indelebles llevaba en mi espíritu los vestigios de una jornada para el olvido. Oculta dejaba mi rabia en la oficina, conviviendo con cuatro amarillentos tomos de gramática, un termo, una calabaza en miniatura, un paquete de hierba-mate recién abierto, una bombilla de plata, una réplica de Guayasamín y una pequeña foto de mi hija. Objetos todos mantenidos allí con el fin de hacer más llevadera, menos tensa, la bolsa de gatos que funcionaba en tan peculiar empresa. Cuestión inútil por lo demás, incluso absurda: ese día decidí presentar mi renuncia a fin de mes, canjeando las múltiples vejaciones recibidas por una corajuda cesantía. (Al país lo sumía una aguda crisis económica: los índices oficiales de desocupación ya se escribían con dos dígitos).

Un junio de fin de siglo, rotundamente otoñal, acusaba el marchito estornudo de las hojas, la paradojal pérdida de ropa de los árboles. (Por culpa del errado pronóstico matinal vestía ropas ligeras). Así las cosas, recibí de lleno una pétrea avalancha de frío, apenas pisé furioso los mordidos pastelones de la Calle Bueras.
Cabizbajo, hilvané los primeros metros. Algo inmensamente superior a mí impedía erguirme.
De improviso, un gordo y perezoso gato negro se cruzó, y, sin mayor preámbulo comenzó a ronronear y a estregárseme entre los pantalones. Esto me alertó. Acicateado por mis inefables cábalas, le descargué un par de patadas antes que se guareciera tras los atestados basureros municipales. Con el corazón todavía batiéndome le grité:
—¿Por qué tenías que cruzarte gato maricón y la gata que te parió?
Afirmándome el corazón retomé la marcha. A lo lejos, en la otra punta de la calle, divisé una menuda silueta femenina aproximándose, la cual, rebelándose a los designios del equilibrio, rozaba allá las descascaradas murallas, impactaba acá los faroles y los renuevos arbóreos. Indeciso, agorero, me detuve: »¡El maldito gato negro. Por la mierda!« Pensé cambiar de vereda; lo mismo pensé retroceder, internarme en el Forestal, y, al amparo de un cigarrillo olvidarme de todo. Hasta consideré la idea de volver a la oficina, pero la descarté de plano: »Devolverse trae mala suerte. Tendría que sentarme tres veces« —sentencié—. Al fin, y alterada esa modorrienta medianoche de martes por ese taconeo cada vez más cercano y categórico, me interné en un estrecho pasaje y me senté apoyado en el portal de un edificio que brindaba una perspectiva ideal para ver quién salía y entraba del pasaje...
El gato volvió a la carga, ronroneando desde un ventanal próximo, sin quitarme de encima su enigmático fulgor, sus ojos de neón transparente. »Pero si lo mato son siete años de desgracia« —recordé, mirándolo de refilón—. Los inestables pasos de la mujer resbalaron y pasaron de largo. »Gracias gatito, gatito, gatito…« —alcancé a decir—. En seguida, esos inestables pasos se rehicieron, retrocedieron y, poco a poco, se me vinieron encima: »¡Por las de mi padre! Olvida lo de las gracias. ¡Claro! ¡Cómo no! ¡Gato negro tenías que ser!« —despotriqué, esta vez mirándolo fijamente.
Separados por unos metros recibí el etílico impacto, el hálito fermentoso de su aliento: »Uyuyuy… Atún con piscola« —dije medio en broma, medio en serio—, alcanzando apenas a sostenerla, justo cuando se desvanecía a mis pies. Profitando de la situación, el obstinado gato ahora retozaba en mi espalda...
Quedé paralogizado largos minutos, observándola, prestándole nula atención a sus ininteligibles e inaudibles balbuceos:
—M'jto... Deppprrrtttmmnnttto... M'jto... Deppprrrtttmmnnttto...
La escena me consternó y enseguida me hice responsable de ese despojo de la noche, ya que no estaba dispuesto a ser cómplice de tamaña injusticia. Quise rectificar la previa intención de huír atendiendo su ínfima y jorobada estatura; la caótica dimensión de sus canas; los míseros residuos cárneos de sus pellejos; su intrincado ritmo cardiaco y el urgente ruego de su veterana sed:
—Mozzz... Mozzz... Otttrrr copppaaa... —balbuceaba, semidormida en mis inexpertos brazos, semiviva latiendo frágil, semimuerta vendimia mustia.
Enternecido a más no poder, le reacomodé el felpudo abrigo rojo que llevaba. La temperatura descendía drásticamente: »Y ahora qué cresta hago« —me preguntaba—. La miré y la miré. La miré ya dormida en mis brazos. Y es que la sostuve —cual vasta raíz al endeble tallo— larga media hora. Incluso la besé repetidas veces en la frente: »Abuelita Esther…« —susurré emocionado, recordando a mi abuela materna, a la cual jamás tuve en brazos y si ella lo hizo alguna vez conmigo, no lo recuerdo.
Mientras, el gato, conocedor de superficies y texturas, acababa de cambiar la mezclilla de mi chaqueta por la colérica suavidad del abrigo y descansaba sobre las costillas de la anciana. En su diminuto reloj logré ver la hora: »la una«. Oteé en rededor e hice el ademán de pararme, al tiempo que quise despertarla.
—¿Y tú...? —preguntó, queriendo zafarse—. ¿Quién eres?
Asumido mi rol de faro esgrimiendo ampolletas, respondí con decisión:
—Digamos... algo así como su protector...
—Mmmhhh... Bien, protector —dijo con una leve mueca de disgusto. Su lengua ya no era traposa—. A ver si eres capaz de llevarme a mi sucucho...
Luego, bostezando agregó:
—Toma. Estas son las llaves: acceso, pasillo, departamento. Último piso. Tengo sueño...
Caminamos lentos. Corregí su precario equilibrio sosteniéndola de un hombro; de uno de sus cadavéricos hombros.
El traqueteo de sus puntiagudos tacos sobre los adoquines espabiló la soñolencia de los ventanales: desde lo alto del Pasaje Bueras surgieron escudriñadoras siluetas, voces malévolas, sarcásticas: ''Otra vez la borrachita que se las da de escritora…'', ''Y mira, el tipo no debe tener más de treinta…'', ''P´tas que va a ser disparejo el lance…'', entre otras frases de calibre cuarenta y cinco o más.
Al tercer amago de irse al suelo —ya del todo dormida— debí tomarla en brazos. »No debe pesar más de treinta kilos« —pensé, impactado—. Supuse que nuestro destino era aquel edificio al final del recodo del pasaje: »Abrigo rojo, edificio rojo« —resolví convencido—. Tras abrir una puerta de vidrio con un pie —y con el otro, ahuyentar gentilmente al gato que se aprestaba a ingresar— la dejé apoyada en la pared, sobre las baldosas de un amplio y oscuro hall.
Me quedé un rato allí. Sonreí al verla retozando en las albinegras baldosas. La imaginé cual crapuloso charco en reposo. Un repentino escalofrío me sacó del marasmo. »Ahora viene lo bueno« —pensé, haciendo rechinar las tres llaves en mi puño cerrado—. Confundido, pero sin abandonar mis cábalas, logré girar la chapa del acceso al primer intento: »Llave negra, chapa negra« —comenté satisfecho.
Una vez abierta la puerta del pasillo, —también al primer intento— volví por ella. La hallé volteada hacia la pared. Sus guturales ronquidos me obligaron a tomarla una vez más en brazos.
—Whissskyyy. Quiero whissskyyy —me susurró en el pasillo—. ¡Tráeme una botella de whissskyyy! —insistió, ya sin susurrar y amenazando despertarse. Sólo amenazando despertarse.
Al empujar la puerta ya entreabierta, reflexioné: »Con suerte me alcanza pa' comprarle una Escudo…«
Sin darme respiro comencé la última escala del turbulento viaje. Y sin acusar cansancio: »¿Treinta? ¡Nunca! No deben ser más de veinticinco« —especulé tanteando la dormida y colorada carga—.
En extremo cuidadoso, fui consumiendo los peldaños, girando y girando la encaracolada escalera. A través de los vidrios rotos divisé un pedazo de noche opaca y, sobre las techumbres aledañas, inconfundibles siluetas de gatos negros que se multiplicaban pisos arriba, supliendo la estampida de las estrellas con el fulgor de sus ojos acechadores. Los fui contando, homologándolos a los distantes latidos de la anciana.
Tuve la impresión de estar en un sueño. Más bien la de experimentar un déjà vu. En la confusión, rememoré sueños de crío, cuando fantaseaba con ser un personaje de historietas: cuando sumergía la imaginación en inverosímiles hazañas. Cuando —sesgado por comentarios de mi religiosa madre— me calzaba la capa del Super Ángel de la Guarda, incansable defensor de los pobres y reprimidos...
Y es que algo de esas historietas capturé en el ascendente espiral de las paredes, de esas paredes adornadas de gatos negros.

Era poetisa. De nombre Violeta. Chilota a mucha honra. Insolente transgresora de los calendarios: de los más de ochenta que ya contaba. Impaciente por llevarse al cielo —ese que alguna vez le prometieron— los andrajos de su equipaje, su abultada tinta literaria. Ella misma se definía como una cucarra y bulliciosa habitué en los periféricos salones del olvido.
Es cuanto alcanzó a narrarme desde el momento en que, súbitamente despierta, y sin peldaños de por medio, me pidió camináramos —»despacito«— por el pasillo de su piso.
—¡Cómo duele la vida, muchacho! —exclamó—. ¡La vieja vida sin alcohol en las venas! ¡Cómo duele no poder hacer huevona —aunque sea un ratito— a la memoria!
Un agrio y punzante nudo en la garganta me sorprendió frente a la puerta de su departamento. Recompuesto, la abrí de a poco.
Era un pequeño departamento, cuyo ámbito lo dominaba un olor espeso, mezcla de humedad y encierro. Un deprimido y precario decorado llamó mi atención, lo mismo la escasez de muebles y de tecnología, propia de una indigencia abismal: »Si es para terminar así, ya no quiero ser escritor« —pensé, abatido.
Sentado en un descalibrado sofá, llevé la mirada hacia la penumbra del dormitorio improvisado con descoloridos velos de gasa, velos en los cuales colgaban, pinchados con alfileres, destellos de tiempos mejores: ajadas fotografías en blanco y negro, verdaderas postales del paraíso, mudos diplomas del amor.
Mientras, desperezándose de la borrachera, Violeta hurgaba entre una montonera de vinilos. Desde un destartalado tocadiscos, chicharrientos e irregulares surgieron los acordes de ''Under the skin'', de Sinatra. Y no sólo eso hizo para desperezarse: también me invitó a bailar… De modo que, envueltos en un cadencioso balanceo, nos internamos en abismales recuerdos, además de confesar no llevarnos muy bien que digamos con el presente:
—¿Sabes por qué venía sola, a esta hora y en estas condiciones?
—Arrancando de alguna pena... Supongo.
Mencionó una regada tertulia en La Casa de los Escritores. Celebró lo fraternal de la velada. Fraternal hasta cuando, a merced de la soledad, comenzó a beber desaforadamente.
—Y ni que fuera la Cenicienta —reclamó—. Justo a las doce, los adalides del honor me echaron con viento fresco...
—Y por lo visto, ningún príncipe azul se dignó acompañarla...
Solía ocurrirle eso. A veces a medianoche, otras, de madrugada, pero irremediablemente caminando a solas. De sus contertulios y colegas dijo que nunca aceptó o aceptaría jamás ayuda, justificándolos:
—Los pobres están más cagados que palo-gallinero de gallinas con salmonella...
Y es que de hombres nada quería saber. »Algunos todavía me rondan« —dijo pícara—. Qué duda quedaba de esa aversión por los compromisos con el sexo opuesto. Si seguía enamorada de su único gran amor: de un sempiterno soñador desaparecido tempranamente, cual sortilegio mutante, cual cabriola del destino corrompida por los desmanes del hombre.
—Él me espera —suspiró con los ojos vidriosos—. Falta poco para encontrarme con mi poeta del acantilado...
—Mucho falta para eso —le dije acariciando sus tiesas mechitas canas.
—La muerte, 'esa vieja fea', me tiene echado el ojo hace rato —dijo con desparpajo—. Me ofrece descanso, me tienta con hamacas de argucias lacias...
—Eso. Es una vieja fea —agregué—. No le haga caso.
—Le hago caso. Le obedezco. Le coqueteo —señaló histriónica—. Si hasta pinto mis labios y me monto en estos zapatos con taco de cornisa, con ruido de circo de Timoteo...
Embelesado, con nula intención de romper el encanto —hasta ignoré mi Sinatrafobia: sus canciones me traían pésimos recuerdos— seguí entregado al incesante girar. Y es que al hacerlo me parecía estar quizás en qué extraviada galaxia, a bordo de quizás qué nave interplanetaria, quizás en qué remota dimensión.
—Violeta, hágame caso —dije infantilmente—. No le coquetee a esa malvada bruja, no se suba a su mugrienta escoba...
Intempestiva, se apartó. Hizo señas de sentarnos al borde de una mesa. Me miró a los ojos, acarició una crucecita que llevaba al cuello y ahora, mirando fijamente una añosa foto, volvió a soltar un suspiro y preguntó:
—¿Quién te puso en mi camino? ¿Dios o mi malogrado pendolista?
—Un gato —respondí, para corregir de inmediato—: Un gato negro...
Nuestras manos se entrelazaron y así permanecieron algunos minutos. Acodados a la mesa, nos miramos con fruición. Frank había dejado de girar en el tocadiscos.
—Y bien —dijo, retomando la palabra—. Entonces: ¿Quién me trajo este Ángel con ojos de gato?
—¿Ángel? ¿Ojos de gato? —le pregunté turbado—. ¡Qué cosas dice Violeta!
—Y de gato negro —repuso—. Son los más parecidos a los de los ángeles.
Sin poder contener unas lágrimas que, rebeldes cayeron sobre el mantel plástico, me distraje observando el zafarrancho de la ínfima cocina. (Violeta se había parado y buscaba algo en el dormitorio). Ahora, mirando el descascarado cielo —ella seguía en sus afanes— repasé los piropos más indelebles recibidos en la vida y, así como no pude establecer si eran muchos o pocos, menos dí con uno que me hubiese hecho ruborizar o levitar como recién no más. »¿Ángel con ojos de gato? ¡Qué tremendo!« —dije en silencio, en un silencio contento.
—Toma. Es un regalo —dijo, entregándome un libro—. ¿Te gusta la poesía?
Era un librito de poesías, con gráfica de un renombrado artista plástico en portada. Era el último escrito por ella. Se titulaba "Furia y Ternura".
—Claro que no es gran cosa —agregó—. Es chiquitito, flaquito como yo.
Comencé a leer con avidez. No tardé en terminarlo: vientos del sur, brisa marina, infinitos oleajes, acantilados, palafitos, tundra, faroles, fantasmas, fábulas, mitos y supersticiones —sí, ¡supersticiones!— parecieron emigrar a la capital, haciéndose un hueco entre nosotros. Violeta se arrimó a mí. Dijo sentir frío.
—¿Por qué "Furia y Ternura"?
—¿Has escrito alguna vez? —preguntó, elegantemente evasiva.
Comprendí que era el turno de hablar de mí. Y aproveché la situación: le confidencié que escribía desde niño. Que le escribía a la naturaleza, a las mujeres, al sistema imperante... Que lo hacía en las agendas que llevaba siempre conmigo. También le dije que, desde enero a junio —en la agenda que en ese momento saqué de mi bolso— había escrito con una intensidad nunca antes lograda. Y que si quería los leía. Sólo si quería.
—¿Quién dice eso de »con una intensidad nunca antes lograda«? —preguntó.
—Nadie —respondí con naturalidad—. Lo digo yo...
—¿Nadie?
—Es que me da pudor mostrarlas. Pero estoy dispuesto a intentar vencer ese pudor. Tal vez una poetisa de su talla pueda ayudarme... —le dije, acercándole con descaro la agenda, como si mi pudor jamás hubiese existido.
Violeta asintió. Al azar, la agenda se abrió en una página de mayo. Allí, impostando la voz, leyó, acerca del mar: »atracado en sus húmedos e infinitos peldaños, el joven pescador se hizo estepario«; luego, de la contratapa, leyó uno inspirado en Cuba: »la brisa revolucionaria te fortalece, el bloqueo te incita a mendigar, la rebeldía tuya, florece y florece«; y acabó con otro que atravesaba las páginas de enero, uno dedicado a cierta mujer: »cual sediento trueno, penetré la estrecha canción de tu garganta...«
Ansioso, esperé su veredicto. Sudando. Transcurridos unos segundos, cogió mi lápiz de tinta verde y escribió temblorosas frases en la hoja del primer día de agosto. »Es cuando empieza el mes de los gatos« —dijo sin mirarme—. »Los gatos… Sí, los gatos« —pensé, mirando absorto su huesuda mano deslizándose trabajosamente sobre la agenda. Al terminar, la cerró con delicadeza y me la entregó:
—Es una declaración. Una declaración de principios —me dijo, poniéndose de pie—. Ahora debes partir: la leerás después, lejos de aquí...
En cada puerta hay un interruptor. Déjalas cerradas. Y gracias por todo.

Cuando se empinaba para besarme en la frente, cerré los ojos, y, sin abrirlos, giré la manilla de la primera puerta —la misma que horas antes fue la tercera— y la abrí con desgano. Y con verdadero pesar escuché cómo se cerraba a mi espalda.
Me sentí levitar rotundo por el pasillo, y, como esta vez no pisaba los peldaños, pude mirar con una mejor panorámica a través de los vidrios rotos y pude comprobar que ya no había gatos, ni negros, ni de color alguno sobre los tejados de los edificios vecinos, si no que pude ver un poco más allá, en el cielo crepuscular, fulgurando, un amasijo de estrellas. Y las paredes del pasillo bajo las pude ver tapizadas con retratos de Violeta: la ví jovial, infinesimalmente feliz, con una sonrisa ancha, cual Luna creciente, bella como una caracola nacarada, la ví de la mano de su amor amado —bigotito breve, sombrero alado—, los ví corriendo, batiéndose a duelo con la ventisca de los fiordos... Sumisa, se abrió la segunda puerta —que seguía siendo la segunda de siempre— y desde lo alto pude ver una hamaca dispuesta en el acceso, en ella pude ver a la poetisa, esta vez durmiendo plácidamente, sin prisa y sobre algodones. Sumisa también, se abrió la tercera de las puertas —alguna vez la primera de ellas— y, con un estornudo de Ángel abrí la puerta de vidrio sin chapa, —en rigor la cuarta puerta, de la cual poco y nada dije antes— y que, al fin y al cabo bien podía no ser una puerta, y bien podía ser una ventana, o bien una perfecta excusa para entrar y salir de los sueños....
Un golpe de frío me bajó de sopetón. Curioso, con los pies bien puestos en los adoquines, eché a caminar leyendo la telúrica nota de Violeta, rubricada así: ''para un Ángel con Ojos de Gato; para un poeta en ciernes....''
Un prominente bulto que, desafiante dormía en la acera de ''la calle más orinada de la ciudad'', y, con el cual tropecé aparatosamente, interrumpió mi emocionada lectura. Ceremonioso, guardé la agenda y, como nunca antes lo había hecho —insisto, como nunca antes lo había hecho— cogí la peluda y lánguida estructura del gato negro, que sin atisbos de rencor, se entregó a mis arrepentidas caricias que, interminables, transcurrían sobre su dichoso lomo....

F I N


Nota: Este cuento esta inspirado en un hecho real. (Una prueba más de lo afortunado que soy....) El sentido común y el respeto por la protagonista, me llevó a alterar descaradamente algunos datos referidos a Violeta (un nombre ficticio). De modo que, parte de su biografía no es real. Todo lo demás, lo viví. (O lo sentí). Eso qué más da....

( Claudio Olivos - Otoño de 2000 - Santiago de Chile )


sábado, 28 de junio de 2008



" Quién si no.... "


(Imagen (captura televisiva) de la periodista madrileña MARA TORRES, Conductora del Telediario La2N (La 2 Noticias) )


El pasado jueves 26, durante los noticiarios vespertinocturnos hice verdadero honor al ejercicio del zapping. Paseándome compulsiva e indiscriminadamente por todas las cadenas, desde las mal llamadas rojas a las fachas más recalcitrantes.... Y no hubo caso. Ni siquiera una mención, ni una mísera imagen referida a los Cien Años del Nacimiento de Salvador Allende

Cuando la jornada ya había acabado (con las 2 Españas fundidas en la algarabía por el reciente éxito futbolero), cuando no me quedaba más que ella, surgió entre la madrugada, la única cadena capaz de rendirle un homenaje a Allende a la distancia. Breve, concisa y muy respetuosa con la memoria del ex mandatario y aderezada con emotivas imágenes, la nota hizo de perfecto colofón para un día cargado de sorpresas y emociones....

Mara y sus chicos cumplieron, una vez más.
Quién si no.... La2Noticias, un espacio plenamente identificado con la gesta, con la épica....

Recién entonces, y con el corazón apretado, me fui a la cama. Ni siquiera los petardos y gritos en el barrio, saludando la gesta deportiva, pudieron alterar o interrumpir mi sueño. Un sueño tranquilo y conforme. Un sueño bosquejando gestas de verdad. Gestas que sólo en La2 son capaces de comprender y valorar en su esencia.

Las gestas de quien volvió a abrir las grandes Alamedas....



Nota: Quise acompañar estas palabras con el vídeo de la nota. No me fue posible.

( Claudio Olivos - Junio 27 de 2008 - Madrid )


martes, 24 de junio de 2008



" Breve Historia de un Oficio:
Mercader de Poesías "

Ha llegado el momento de desvelar una de las razones que motivaron abriera este blog. Meses atrás, dos amigas muy especiales me sugirieron hacerlo. “El Mercader de Poesías debe tener un espacio para compartir sus poemas con sus incondicionales”, me dijo Eva, poco preocupada de estar exagerando. “Dadas las dificultades para conseguirlo a través de los conductos tradicionales, da a conocer tu obra en la red”, comentó por su parte Pamela, pragmática y convencida de la utilidad de esa idea.
Una vez dado el gran paso (lo de abrir el blog), comencé a darle vueltas a lo de seguir la otra parte del consejo de mis amigas. Y he tomado la decisión de seguirlo. ¿De qué modo? Pues simplemente contando la historia de cierto personajillo....
Llevo semanas preparando esta entrada. A pesar de mis innatas dificultades para ser breve, procuraré serlo. Pero no os hagáis demasiadas expectativas al respecto. En condiciones normales, la historia se iría, fácilmente, a las mil y pico páginas. Me esforzaré para no sobrepasar el ciento.
Mi historia como Mercader de Poesías comienza con un absurdo accidente doméstico. ¡Vaya forma de descubrir el oficio! De tanto pensar en cómo superar una acuciante situación económica, de tanto mirar el techo buscando una solución, debo haberlo agujereado o dañado seriamente, pues una mañana cualquiera, comenzaron a caer todo tipo de objetos sobre mi cabeza. He ahí el Origen de todo. Corría abril de 2003.
Chichón en la cabeza mediante, comprendí que había dado con la solución. Esa misma mañana, con la intrincada mecánica de mi jurásico Mac comencé a imprimir las poesías, las reflexiones, las salidas de madre que habrían de sacarme de la miseria. Después de muchísimos años me vi de nuevo haciendo manualidades. A pesar de mi escaso talento, al cabo de unas horas, (y habiendo usado apenas dos de las cien carpetas que horas antes casi me partieron la cabeza) confeccioné mis primeros cincuenta pergaminos (o marcadores de páginas, o afiches…., como usted prefiera llamarles) y sin pensármelo demasiado, me eché a las calles, a las plazas y parques de un otoñal Santiago de Chile.
Recuerdo perfectamente las condiciones en que salí, dispuesto a comerme el mundo. Con mis ropas más hippies y con mi bolsito artesanal; con mi largo y enmarañado pelo suelto; con la ilusión propia de quien acomete una nueva empresa y con mis tripas, en plan cielo roto por los rayos, crujiendo, ya no de hambre, sino de adefagia. Nunca olvidaré mi primera vez.... (No, no me refiero a esa vez).
Con total desparpajo abordé a una guapa mujer que leía a las afueras del edificio de la Telefónica. Ya había decidido sazonar mi discurso con una mentirilla: ¿Estudiante de Literatura? Nada de eso. Jamás estudié Literatura, mucho menos en Concepción. (¡Vaya mentira!, ¿no?) El discurso introductivo, más cerca de lo extenso que de lo breve, me parecía, no obstante, preciso, perfecto y, sobretodo, didáctico. El rotundo NO de aquella dama (que impactó, cómo no, en mi cabeza) fue incapaz de amilanarme. Le di las gracias por escucharme; sonreí y emprendí dignamente la marcha, prosiguiendo mi particular caza. Un minuto después, cuando ya me internaba en el Parque Bustamante, me cogieron con delicadeza por el hombro. “Disculpa. Creí que eran otras tus intenciones...” La mujer, una morena con aspecto de alta ejecutiva, gastó otros cinco minutos en felicitarme, obsequiándome piropos del más variado ámbito. “Si estás recién comenzando, te animo a seguir con tan noble Oficio…” Sentados en uno de los primeros bancos del parque, acabamos charlando un buen rato. Tras escoger uno de los pergaminos (el "Corrí tan rápido....") y darme lo que consideró justo, se echó a caminar regalándome una amplia sonrisa. Esos $300 (unos 0.50 centavos de €uro) me supieron a gloria. Un chocolate Capri de almendras que adquirí con la avidez del comprador compulsivo y que devoré con muy poco estilo, casi riendo, casi llorando de puro contento, acalló momentáneamente la escandalera de mis tripas. Enseguida comprendí que una nueva etapa de mi vida comenzaba. Comprendí, con rabia, que en mi pasado más inmediato, había perdido tiempo y energía abocado a un negocio tan incierto como miserable.
Las jornadas de Mercader de Poesías se sucedieron brindándome más luces que sombras. (Dicho sea, en proporciones muy desiguales. Las sombras eran, sencillamente, dar con la persona equivocada o dar con alguien que llevaba un mal día....) Como no ocurría hace mucho tiempo, gracias a esas luces, pude comenzar a colaborar en la diezmada economía familiar. Encima, librado del control de cierta persona, pude hacerme cargo de mis dos más hermosas responsabilidades.
Por cierto, recuerdo una jornada muy peculiar, una tarde inolvidable. Acompañado de las mujeres más hermosas que ha parido la Tierra, recorrí el Parque Bustamante, reuniendo, en un breve espacio de tiempo, una considerable cantidad de dinero. La Carito, con sus 8 años, parecía no dar crédito a esa especie de milagro. "¿Qué te parece?", le pregunté. "¡Súper!", me respondió, casi extasiada. Le costaba creer que todo eso ocurría en realidad. Le costaba creer que el Viejo Loco de su papá recibía dinero de gente desconocida a cambio de los pergaminos que juntos habíamos confeccionado durante esa mañana. Mucho le ayudó para creérselo, el que después de un rato, le pedí que fueran sus manitos las que recibieran la pasta. Sus pequeñas e inquietas manos sudaban de ansiedad. Llegó a entusiasmarse al punto que poco y nada le importó el contratiempo provocado por la incontinencia urinaria y las rabietas de su hermanita Violeta. Como es de adivinar, La Vio, con sus 2 añitos, nunca se enteró de lo que pasaba. A pesar de lo bien que pintaban las cosas, primó mi cordura de padre. A regañadientes, Mi Carito aceptó que nos fuéramos a casa. Ataviamos como pudimos a Violeta, ya que para mudarla hube de sacrificar parte de mis ropas. A las 9 de la noche, ya en el autobús, nos acomodamos en la parte trasera y viajamos apretaditos, como todo un clan, como toda una tribu. Lo hicimos, creyéndonos los tres, parte de un divertido porvenir o incluso, creyéndonos protagonistas de una de esas historietas con final amable. La Carito lo hizo bastante convencida de ello. La Vio, en cambio, lo hizo más que nada para seguirnos la corriente.
Gracias al éxito de jornadas como esa, pude tapar algunos agujeros, ahorrar bastante para un viaje de destino incierto y comer chocolate hasta el hartazgo, como no hacía desde años.
Hay quienes sostienen que no se puede vivir de la poesía. Desde ese ya lejano abril, me propuse desmentirlos y, con una dosis de mala leche, ridiculizarlos. Mal que mal, además de vivir de la poesía, pude comenzar a construir sueños a partir de ella....
La tarde del 4 de diciembre de 2003, mientras volaba, antes de la escala en Montevideo, pasé revista a mis intensos -y en algún aspecto- insufribles últimos meses en Chile. Caí en la cuenta que buena parte del billete lo había adquirido mercadeando poesía, cosa que me llenó de orgullo. Brindé con un whisky, invitación de la casa. Luego, mientras esperaba embarcar en Río tuve tiempo de recordar las anécdotas, las enseñanzas, los chascarros, los buenos y malos ratos, algún romance efímero y las muchas personas entrañables obsequiadas por esos meses de nuevo y noble oficio.
Matizando la furia de mi conflicto con Chile, esas personas, quedaron allí, atrás, al otro lado del charco. "Añorándote....", según me dijo Pamela, al despedirnos en Pudahuel. "Añorando volver a ver tu silueta de Mercader de Poesía recorriendo el Forestal, el Bustamante o la cima del San Cristóbal. Añorando volver a verte como siempre...." recalcó emocionada, "con tu sonrisa, con tu cara de falso estudiante de literatura que solía dar más de lo que recibía...."
No mencionaré -por lo largas y penosas- las condiciones en que llegué a Barajas. Las circunstancias me obligaron a reanudar más pronto de lo deseable mi oficio de Mercader. En la línea 8 del metro, hasta el trasbordo en Nuevos Ministerios, en unos vagones atestados de turistas y maletas, abordé a todo lo que respiraba. Mis primeros minutos en Madrid me sirvieron para reunir una cantidad de dinero que, proyectada en perspectiva, podía convertirme en una de esas fortunas publicadas por Forbes.
Tras mi infernal primer mes en Titulcia y reunida una bonita suma, me radiqué en Madrid. Instalado de plano en el Viejo Mundo, poesía mediante, ya no sólo viví dignamente, sino que además, pude dar rienda suelta a saciar mis más pervertidos gustos....
Eva fue la primera persona en Madrid que conoció los detalles de mi oficio. Lo hizo espiándome un par de veces. Y fue la primera en notar algo extraño y preguntarme: "¿Y por qué no le entras a los tíos?" Una vez que intenté comenzar a explicarle, asertiva como pocas hay, soltó, como una metralla, buena parte de lo que yo, efectivamente usaba como sano pretexto: "Ja, no me digas. El machito ibérico...." Así, y a diferencia de lo que ocurría en Santiago de Chile, reduje a la mitad mi potencial grupo objetivo. Tras la absurda experiencia con ese tío en Atocha (¡menudo problema de identidad y de trancas, hombre!) decidí abordar sólo a mujeres. Decisión de la que nunca me arrepentí.
Después de pasarme los primeros seis meses de mi estadía en España, oficiando de Mercader de Poesía en los andenes del Metro y de Atocha fundamentalmente, la llegada pletórica del sol de junio dio paso a nuevas condiciones para ofrecer mis poemas. A partir de entonces, todo cambió, incluido mi semblante. Parques, plazas, terrazas...., me inyectaron toda la luz, todo el brío que allá abajo tanto escaseaba.
Inolvidables jornadas en El Retiro, en La Plaza de Oriente, en los Jardines de Sabatini, sobre los adoquines de la Plaza Mayor, en el frontis del Museo del Prado.... Rutas memorizadas al cabo de poco tiempo; rutas que me introducían y me sacaban del Madrid de los Austrias, de La Latina, de Lavapiés (hasta nuestro divorcio), del Barrio de las Huertas.... Inolvidables jornadas husmeando en las terrazas. Oh, sí. Las terrazas. Mi primera vez en una terraza fue en la Plaza de Matute. Como toda primera vez que se precie, fue muy especial. La condición de personaje público de la dama (situación que en ese momento desconocía) y una promesa hecha al cabo de horas y horas de charla, me impide hablaros de ella como quisiera. No para vanagloriarme, sino para enseñaros lo inmensa que es aquella mujer fuera de su glamuroso set de televisión.
El tiempo fue pasando. Desdibujada primavera, tórrido verano. Fue pasando con los vaivenes propios de cualquier oficio. Como en el sexo: unas veces arriba, otras, abajo. De ese modo, el tiempo pasaba a medida que mi compromiso hacia la poesía no dejaba de crecer. Para lo bueno y lo malo, me hice más susceptible. Y un pelín irresponsable. Y me permití hacer amistades en mi trabajo. Ecuación, la mayoría de las veces, poco recomendable. Grandes experiencias aderezadas con grandes decepciones. (Tanto siendo decepcionado como siendo decepcionador....) Así, de la nada, pasaba del más exultante de los seres, al más irritable. Luego, lidiar con el rechazo, con el No incívico, borde, ordinario.... se me hizo cada vez más cuesta arriba. Y poco me importó que las cantidades de dinero fueran cada vez más suculentas. Mezclado con mis avatares de búscalepleitosalavida, el noble oficio, con el paso de los años, pintó en mi cabello las primeras canas y dibujó los primeros surcos en mi cara.... Dicho casi de soslayo, es ésta la parte menos amable de la historia. Y no soy de los de meter el dedo en la llaga. Tampoco de cubrir las heridas con tiritas.... Dicho queda.
Como suelo hacer, pendiente del sabor de boca que pueden dejar ciertas historias, prefiero destacar la posibilidad que me brindó este oficio de conocer y relacionarme con seres maravillosos. Aclaro que no me refiero a cuestiones relacionadas con el nunca bien ponderado arte de ligar. No, no se trata de algo tan básico, tan elemental. Me refiero, sencillamente, a la posibilidad de conocer seres humanos. A través de Pamela y Eva (mujeres reales, nombres ficticios.... que una vez se publique esta entrada, dejarán de existir del todo) pretendo representar a todas y cada una de las personas (vale, un 99.5 % de ellas, mujeres) que me acogieron, que me alentaron a seguir, que me abrieron su corazón desde el primer segundo que las invadí. En fin, agradezco a todas aquellas personas-mujeres que me trataron como persona-hombre y que aceptaron de buena gana el trueque que les propuse. Agradezco a aquellas mujeres-personas con quienes conservo algún vínculo (cosa que me honra), y a aquellas con quienes el vínculo duró, por ejemplo, un par de minutos....
A propósito. Ha sido fantástico conocer a mujeres (sí, mujeres a secas) de todo el mundo. Me reconforta saber que mis marcapáginas han viajado a Cuba, a Puerto Rico, a Filipinas, a Europa Central, a India, a Rusia, al resto de España. Incluso algunos han viajado de vuelta a Chile....
Sí, he conocido a mujeres de todo el mundo, a mujeres de toda condición. Mujeres que me permitieron reafirmar el concepto que de ellas tenía y tengo. Dicho sea esto en el más amplio y en el más específico sentido de la palabra. Claro, lo ya dicho: hallé a mujeres a las cuales traté como mujeres y que me trataron como hombre. Para qué negarlo. Pero, más importante que eso fue haber encontrado a abuelas, a hijas, a hermanas, a amigas y a madres....
Nada de cuanto os cuento hubiese ocurrido de no mediar ese fortuíto accidente en mi piso del Barrio Lastarria. Quiero deciros que desde entonces, no me canso de agujerear los techos. Queriendo romperlos de tanto mirarlos. Esperando ver caer de ellos cualquier cosa: ya en clave de objeto, ya en clave de pitanza....
El sentido de ese ejercicio con las techumbres guarda relación con mi actual condición de cesado o jubilado. Ya no oficio de Mercader de Poesía. Y es altamente improbable que vuelva a hacerlo. Mientras lo hice, estuve convencido de ser el único. (Claro que esta vez irrepetible). Ya no es el caso. Ya no es así. He preferido dejarlo antes que me deje.
He sido un privilegiado y un insolente. Siendo un MERCADER DE POESÍA he podido escribir las páginas más intensas de mi vida y la mayoría de las veces en inmejorable compañía. A la vez, he podido callar muchas voces, cerrar muchas bocas, gracias al ánimo de desafiar a la tendencia, a lo preestablecido; gracias a contar con esa dosis exacta de locura, imprescindible para abordar ya no sólo a las mujeres, sino a los más fervientes sueños.
Para concluir, a todas aquellas mujeres que se encontraron con este Mercader, sólo les pido que, a modo de legado, repartan por el mundo el casi extinguido hábito de hablar mirando a los ojos de la gente....
Y para quienes no hayan tenido el gusto o el disgusto de conocerme, les pido lo mismo. ¿Que cómo se logra adquirir ese hábito? Es muy sencillo:


Mirándo-se a los ojos.


FIN


Recordaréis que parte de mi Discurso de Presentación hacía referencia a la forma de separar las temáticas de mis poemas o reflexiones. Aquí están todas, debidamente separadas. Comprendo que al leerlas, más de alguien se llevará una decepción. Antes y ahora tuvistéis ocasión de escoger. Eso, para quienes me conocieron. Quienes no, supongo lo tienen más fácil. Al menos se ahorran escuchar el discurso....
Matices aparte os presento mi mercancía, debidamente separada por temáticas; numerada y acompañada en muchos casos de notas, comentarios, chascarros.... Espero que os guste:



I. Poesía o reflexiones existencialistas


1.
" Corrí tan rápido que olvidé la ruta: no sabía si iba o si volvía.... "

( Una de las 3 joyas de la corona.... ( Acaso la principal ). Sois tantas las que os habéis identificado con esta sencilla reflexión....)


2.
" Y la Vida continúa.... El cansancio es el primer paso a la muerte...
Y la rendición es la muerte misma.... "

( La, por mí, más desdeñada de las reflexiones.... )


3.
¿ Qué culpa tienen los Calendarios de la inexorable muerte de los años ?

( ¡Qué jodido el tiempo....! #1 )

4.
¿ Por qué la Semana se niega a parir su octavo hijo ?

( ¡Qué jodido el tiempo....! #2 )


5.
¿ Cuándo encontrará el Año su décimotercer apóstol ?

( ¡Qué jodido el tiempo....! #3 )


6.
" Hay que buscar nuevos rumbos
dejar el paso cansino
dejar de ser errabundo
mitigar la intrascendencia
hasta encontrar
el cielo abierto que ilumine
nuestro semblante....
Hay que vencer la soñolencia
de nuestros ojos.
Hay que darle vigor
a nuestras cansadas retinas
e impedir
que se cierren definitivamente.... "


( Otra de las 3 joyas de la corona.... Una chica me dijo: "¡Qué bonita! Se ve que usted es buena persona." Si supieras, niña, si supieras.... )

7.
" Entre rencillas y rencores, 
mis pasos se encaminan 
presurosos a la debacle, 
al ocaso oscuro e infinito 
de la indefinición, 
del no saber si voy o vuelvo, 
si corro o me detengo, 
si la distancia es dulzor o veneno, 
si avanzo o retrocedo, 
si el camino lo evito o lo enfrento.... "

( Una de mis preferidas.... La escribí siendo apenas un crío y es de aquellas cosas que me enorgullecen.... No muchas se lo quedaron, pero quienes lo hicieron, manifestaron una emoción, a veces, difícil de contener.... )


8.
".... Y la sonrisa se desdibuja,
se disuelve, es tenue,
casi imperceptible.
.... Y la sonrisa es ahora llanto,
llanto pesado e inconsolable.
.... Y sus rodillas besan el suelo
y éste no responde,
sólo se sacude.
.... Y la vida se despide,
pero no le recibe la muerte.
Y la sonrisa no vive ni muere:
sólo desaparece.... "

( Esta se la quedó un tío fanático de los comics, de la ciencia ficción y de la comida chatarra. No obstante, una persona muy terrenal y la mayoría de las veces, muy sensible. Un periodista que se llama como el Che, con una barba tan desaliñada como la del guerrillero.... )


9.
" Verde Esperanza "
La verde llanura 
cubrirá cómplices y vírgenes páginas. 
Se graduará de ágil sentencia, 
me propiciará surcos 
de desatada esperanza....
Este tono -favorito en mi ventana- 

lo volcaré en mis andanzas, 
en esta inconclusa aventura
de vestir y desvestir calendarios, 

con trapos y desnudos, 
con certezas y vagancias....

( Cuando la chica lo guardaba en su libro (por cierto, El Principito) me dijo: "Para acordarme del color de tus ojos...." ¿Un piropo? Puede ser. O una chiquillada. O una salida de madre. O una.... )


10.
Busco algo  más
entre destinos e infiernos
entre manos y limosnas

entre pláticas y desmanes....
Y tan sólo encuentro
mercado y poesía
homicidio y plegaria
murmullo de mentira
falso como la vida misma
incierto como
mi búsqueda....

( Claro, el mensaje no se ha descontextualizado. Sigo buscando.... )


11.
" Cronos "
 Mis horas se vacían
horadadas salvajemente
apuñaladas de presente
un fastidio proclama verme
me cita me contempla
andén veloz urgente
me mece me calla
me droga me duerme....

( Otro bis para el jodido tiempo.... )

12.
" Humeante resquicio 
de fortuitos incendios, 
me ciño a la humareda libre, 
me juzgo aprendiz de bombero.... "

( Es cierto. Nunca las cosas son para tanto.... Ni tan peludo ni tan calvo.... )

13.
Diademas de espinas
sangran
en una fiesta
de vendimias agrias
indigestan
los brindis de la Luna
en un andén
enarbolado de estrellas
ebrias de fulgor
borrachas de risas tristes....

( .... )


14.
Se pudre la verdura
en la despensa
se congelan los sabores
en la hielera
emigran vitaminas manjares
un soliloquio absurdo
estremece los bolsillos
tétricos aburridos anhelantes
una modorra empedernida
triza el coraje del mes a mes
y nos exilia en la nula voluntad
del plato de la vasija tenue
como un río pedregoso deshidratado
de peñascos furiosos de cauce calmo....
( .... )

&&&   &&   &&&

II. Poesía o reflexiones personales

15.
Mercader de poesía
sin gremio ni tarima
las monedas ruedan
sonámbulas silentes....
No mi cabeza
no mi albedrío
que me lleva y trae
del lápiz a la despensa
del papel a la mesa....


( Mi oficio. Simplemente mi oficio.... )

16.
Llevo mi bolso
pleno de hogares que no tengo
cargo valijas literas cortinas
despliego ciudadanía banderas.
Fiel me acompaña
transpira y se entume
descansa camina
saluda a quienes habitan parques
sonríe a peatones sumisos.
Se declara bodega tonel ebrio
de curdas de andadas de pellejos
purga soberano en mis costillas
pliegues óseos de letras
de tratados de génesis....
Me persigue adulador insigne
me cobija diván invisible
me documenta artista inclemente
me acarrea a pesar de la corriente....
( .... )

17.
Siendo niño
-si alguna vez lo fui-
creyendo ser tren de carga,
transporté ingenuos sueños
en miles de vagones que
uno a uno descarrilaron....
Crecí....
-al menos en centímetros-
y tras fúnebres
toneladas de utopías:
¡Renací....!
Una a una,
recogí las semillas.
Con mi primer sueldo
alquilé una mochila
que hoy hace de bodega:
En ella albergo
mis dañadas
y polvorientas poesías....


( Una bofetada para quienes creen que la poesía de nada sirve. Un mazazo para quienes intentan imponer a la fuerza, lo políticamente correcto, lo lucrativo, lo seguro.... )

18.
¿Por qué escribo?
Porque crezco....
¿Por qué fui niño?
Porque no escribía....


( Bueno, ya sé que muchas discrepáis, pero es lo que pienso. Lo que ocurrió conmigo.... )

19.
"Cuando no escribo "
 A veces mis letras
tosen, enferman,
se ahogan y disgregan
en la anarquía.
Surgen holgazanas
de terapia blasfema
voz entrecortada
que tace en el vacío,
poema vergonzoso
sin fin ni principio,
sin fonemas que
vengan en su auxilio....


( Y discrepéis o no, es lo que me sigue ocurriendo.... )

20.
Y no prediques
en la aureola
de tu antítesis
no en la mancha
de tu estigma
ni en la costura
de
tus hábitos
no seques la prisa
de tus secreciones
ni la peste de tus llagas
con necias palabras que
fustiguen deshidraten
la motricidad de tu lengua
penitente y bastarda....


( Éste era uno de mis Ases bajo la manga. Prueba de ello: en 3 ocasiones me dijeron algo parecido a: "¿Tienes uno que exprese -subliminalmente, elegantemente- mucha rabia hacia quien te ha defraudado?" En las 3 ocasiones enseñé este As. ¿Resultado? Full de ases. O, dicho en castizo: 3 de 3.... )
                                                                    
&&&   &&   &&&

III. Poesía o reflexiones sociales y políticas

21.
Llueve con furia
(a la antigua)
lejos de las predicciones
(no es novedad).
Un catalejo un arsenal un racimo
inundados inservibles....
Las calles polvorientas
los faroles defecados
la mierda proscrita
son cosa del pasado
la fonola el nylon
el barro la leña el incendio
los labios mordidos
la impotencia de la indigencia
son agravio flagrante....
Llueve furiosa
llueve inclemente
lejos de Ministerios
templos cuarteles
adentro muy adentro
de la periferia
del llanto del llanto
llueve llueve.... 

( La chica comentó: "Es lo más parecido al resentimiento social". "Te equivocas", le dije. "Es resentimiento social" )

22.
" La JUSTICIA es 
el único delincuente
 al cual -en Chile-
 jamás
 se podrá encarcelar.... "

( Vale, en Chile, lo mismo que en Filipinas, en México.... o en cualquier puto punto de este corrupto e injusto planeta.... )

23.
El día se agota
tiembla y se retuerce:
recuerda cómo le robaron
las horas su cronometría.
Se encoleriza
al no poder remediarlo
se desordena y anarquiza
se disgrega y colapsa.
Explota vomita.
Ya no es dueño de su tiempo:
no tiene dinero
para recuperarlo.

( Una vez escrito se convirtió en el diploma que acredita mi doctorado en "Pésimo estratega y peor administrador de su tiempo. Y en bancarrota...." )

24.
" Once de Barbarie (Septiembre, 1973) "
Te eructo y vomito
Te escupo y sanciono
Te dibujo y condeno
Con vigentes improperios
 Te celebro lloroso
Y descanso abatido
Te protesto pleno
Y homenajeo vacío
Con banderas ennegrecidas
 Te violento. Te apedreo....
Peñasco tras peñasco
Intento olvidarte.
 Te expulso
Del calendario
Y del tiempo
Te extravío....


( La chica, simplemente comentó: "Desde acá y por cosas que me han contado mis padres supe de algunas de sus fechorías.... Pero, ¿tan malvado fue Pinochet?" )

                                             &&&   &&   &&&


IV. Poesía, reflexiones o cuestionamientos lúdicos

25.
" ¿Por qué un Árbol, aún siendo gigante y teniendo brazos, es incapaz de defenderse? "

( Bueno, sí. Es metafórico. Todos sabemos que, al fin y al cabo, se defienden o, mejor aún, nos cobran las molestias causadas.... )

26.
" ¿Por qué los Árboles se desnudan apenas comienza el frío? "

( Una noche, en el complejo Lavapiés, una tía muy borde me acusó de lo siguiente: "Esto es de Cortázar...." Pues desde entonces, llevo averiguándolo. Os mantendré al tanto.... )


27.
¿Qué hace que en Otoño
las hojas no dejen
de caer de los árboles?
¿Qué las hace superiores
al vértigo, a la violencia?
¿Qué las priva del miedo,
del respeto, del silencio,
cuando caen,
cuando se quiebran,
cuando el Sol
las sorprende durmiendo?


( Una buena tarde, mirando hacia la calle desde la ventana de la oficina, caí en la cuenta del cíclico ejercicio otoñal de las hojas. Y nació este poema acompañado de una extraña dosis de envidia. ¿Quién no ha querido alguna vez ser una hoja? ¿Arrojarse desde las alturas con esa pachorra? )

28.
" Estaciones en pugna "
¿ Es acaso una evidencia de extravío 
este entrañable tono verduscoamarillo ?
¿ Es la ambigua postura de Cronos 
en la impaciencia del Otoño 
abriendo la puerta ?
¿ O la presencia cada vez más prudente 
del Verano que no se ha ido ?
( .... )

29.

" ¡ Llegará el día en que los árboles
crezcan majestuosos, 
en que los pájaros vuelen libertarios !
¿ Recién entonces podrán sindicalizarse ? "

( Dicho queda: de modo que CUT, DGT, CC.OO.,... tomad nota, poneros en antecedentes.... )

30.
" Agua "
¿ Por qué el Agua
no es más húmeda
ni más líquida
ni más cierta ?
¿ Por qué el Agua
no me confunde
ni me asesina
ni me despierta ?
 ¿ Por qué el Agua
no transcurre ahogándose
ni transpirando
ni nadando a tientas ?


( Una sola cosa está meridianamente clara: sea concreto el consejo, la sugerencia, la norma, en resumen, el mensaje referido a cómo nos comportamos o cómo deberíamos comportarnos con el vital elemento.... o sea abstracto, ambigüo, laberíntico ese mensaje (como en este caso) el resultado sigue siendo el mismo.... ¡ Qué burros -con permiso del asno- somos !
Una teoría: las próximas guerras las motivará un petróleo bastante menos oscuro, menos espeso y mucho más grato en boca.... )

31.
¿ Quién llegó
primero
a la Luna ?
¿ El hombre
delirante ?
 ¿ O la estrella
astronauta ?



( Vale, relajáos. Nunca he dicho que esa teoría sea mía. No en vano, aún no nacía.... Sólo pretendo decir que solidarizo con los escépticos, con los que más que una Luna profanada, vieron una aspirina gigante fuera de escala. Lo siento, es que creer en esto es como creer que Menem ( el bello ) le tocó, -¡qué cosas digo!-, perdón, corrijo: es como creer que Carlos Saúl le rozó alguna vez una teta o el Monte de Venus a la Bolocco ( la bestia ). No me vengáis con pamplinas.... )


32.
Si miro al cielo
y veo que entristece
su manto celeste
si lo veo sonrojarse
junto al horizonte
si estornuda y se afiebra
si vocifera y perdura
su tristeza de crío
lo tomaré en brazos
y lloraremos juntos....


( Pues claro que estaba triste chavala. O ¿qué te crees? ¿Que lo escribí durante una actuación de Felo? )

33.
" La Luna, al salir, 
mordió la cordillera 
y al desaparecer, 
vomitó sobre la tierra. "

( Y es que vomitar, además de ser ciertamente asqueroso e inoportuno en algunos casos (como aquella vez en el taxi), en otras, resulta ser de lo más higiénico y.... oportuno. Sobretodo si es en sentido metáfórico, al amparo de una Luna llena.... )

34.
¿ Dónde se ocultan las Estrellas ?
¿ En qué bolsillo del Universo las almacena su dueño ?
¿ Quién es su dueño ?
¿ Quién las educa, las lustra, las silencia ?
¿ Dónde se ocultan cada vez que las busco
y no encuentro su rostro, su blanca dentadura ?
¿ Quién me priva de hablarles, de tocarlas
cada vez que me congelo de miedo ?
¿ Dónde se ocultan las Estrellas más tiernas ?

( Solamente los cielos del norte de Chile permiten admirar espectáculos tan sobrecogedores y tan surrealistas como el de aquella noche serenense.... )

35.
" Allá arriba "
 ¿ Qué es una constelación de estrellas
sino un dormitorio eterno
carente de ampolletas ? *
¿ Qué es un cometa huyendo
sino un fugaz individuo
que no pagó la cuenta ?
¿ Qué es un Eclipse entre el Sol y la Luna
sino un orgasmo a ojos de todos,
una lección de sexo de un par de caraduras ?
(* ampolleta = bombilla)

( Lo mismo que el anterior, pero ya en la segunda botella de ese Casillero del Diablo.... )

36.
¿ Por qué las estrellas
no se lavan los dientes ?
¿ Por qué le roban
privacidad al firmamento ?
¿ Por qué le destapan
los pies a la Luna ?


( Y ya puesto, en la tercera.... )

37.
" Travesuras "
(Cronómetro en mano, he descubierto inexactitudes aberrantes y groseras de la Astronomía)

La ruta lunar es antojadiza
dispar ladina embustera....
Cuando la Luna redonda obesa
surca y rinde penumbras
suele atascarse
en azoteas y zócalos
aficionada a la bohemia
visita garitos burdeles
—hay quienes la han visto rondando La Piojera
reposa en albergues camposantos
fornica en los parques con cometas
(lo hace de prisa antes que desaparezcan)
hace el amor con estrellas
en tiernas orgías consteladas....
Agotada turbia ovalada semidesnuda
la Luna se redime al Astro Rey
y descansa un su ombligo de fuego....
Los ciclos la menstruación las matemáticas
para ella no existen:
son —a lo sumo— mitos vanidosos
de los astrónomos de los observatorios
de los telescopios de las retinas...."



( Para terminar con la serie: ésta, inmediatamente antes de irme de hocico o de bruces al suelo en clave de húmeda arena.... )

38.
" Sol " - I
¿ Por qué el Sol desaparece tarde
 y a veces temprano ?
¿ Por qué se recuesta en el horizonte
 y no en mi mano ?
¿ Por qué es un astro —rey entre reyes—
 y no mi hermano ?

( Al más grande de todos. Mi Inti.... Escrito una tarde de canícula, a pleno Sol, sin cubrirme la cabeza.... )

39.
" Sol " - II
¿ Quién lo expulsó del vientre ?
¿ Quién cortó su cordón ?
¿ Quién bautizó al Sol ?
¿ Quién lo acusa de desertor ?
 ¿ Quién le enseñó la ruta ?
—Si quiso ser errante—
¿ Quién a memorizarla lo obligó ?
¿ Quién lo privó de lunas y estrellas ?
—Si quiso ser bohemio—
¿ Quién se lo prohibió ?


( Inmediatamente después del anterior. Cuando la fiebre ya causaba estragos.... )

40.
¿ Quién le tiñe las canas
a las milenarias montañas ?
¿ Quién les corta las uñas ?
¿ Quién les lava la cara ?

( Escrito en la inmensidad del Cajón del Maipo. Uno de esos lugares -Melocotón aparte- añorables.... )

41.
" Alturas "
¿ Qué telúrico pulso
esculpió las montañas ?
¿ Qué nervioso lápiz
tropezó en sus jorobas ?
¿ Cuántos calendarios inexactos
fustigaron la ira de sus canas ?
¿ Cuántos ermitaños adéfagos
violaron el himen de sus cumbres ?
¿ Quiénes ? Corrijo:
¿ Hay quien pueda mirarlas a la cara ?
Entre escultores penitentes
Entre trazos errabundos
Entre edades milenarias
Entre soledades sádicas....
¿ Hay siquiera alguien —tal vez algo
capaz de obligarlas a arrepentirse ?
¿ Puede alguien —de seguro algo—
corregir borrar....
—digo a fin de cuentas amnistiar—
la inefable ruta de su sabio rencor ?
¿ Hay un Dios ? ¿ Hay un héroe ?
¿ Acaso un Dalai Lama genuino ?
¿ Acaso un Súper Hombre falible ?
¡ Pienso que no !
Dejad que las montañas vuelvan a juguetear
en el sideral remanso de los océanos....
¡ Y no hagáis más preguntas burdas !


( En uno de mis regresos a Peñalolén.... Escribí ésto impactado por la salvaje forma en que en nombre del progreso, allí, donde la Cordillera de los Andes comenzaba a empinarse, la avidez de las constructoras había profanado parte de sus cimientos.... )

&&&   &&   &&&

V. Poesía amorosa

42.
Te convido
un trozo de mi hambre
sólo te pido a cambio
un trozo de tu carne.

Te ofrezco
unas gotas de mi pena
sólo te pido a cambio
que seques mis lágrimas.

Te regalo
un espacio de mi sonrisa
sólo te pido a cambio
que sonrías a mi lado.


( La última de las 3 joyas de la corona. Solían escogerlo sin llegar a leer los restantes. Lo más parecido al amor a primera vista.... )

43.
Desalójame. Saquéame....

Róbame el vuelo golondrina
inunda tus alas en mi aguacero
no tengas piedad de mi silencio....

Cuando yo te inunde ¡Volaré de nuevo!

( .... )

44.
¿ Por qué una avalancha de pasos
 se me viene encima cada vez que te aproximas ?

( Su principal atributo era la ambigüedad. Lo cogían para expresar el aceleramiento del corazón, la emoción por la inminente llegada de.... y lo cogían para expresar el fastidio, la pereza, los hombros caídos.... lo más parecido al "joder, ya vienes de nuevo...." )


45.

" Inventemos algo: 
tal vez consigamos doblar
 los designios del acero.... "
( .... )

46.
" Compañera "
A ratos eres mi patria
a veces mi bandera.
Sueles ser mi muralla inquieta
mi territorio sin fronteras.
Procuras ser mi himno
conciencia de multitudes
mi tabla de valores
mis principios intransables
mi memoria justiciera.
Te reflejas en mi lucha
en mi rabia solidaria
en mis nubes llorosas.
Te multiplicas en el horizonte
en mis días y en el campo de batalla.
 Te acercas al cielo a coger una estrella.
Innata te confundes con ella.
Te conviertes en mi faro mi linterna
en la luz de mi victoria en mi epopeya....


( Mensaje comprendido cabalmente: lo escogieron pensando en la compañera, en la pareja.... Lo mismo pensando en la madre, en la hija, en la amiga, en la hermana.... )

47.
¿Por qué te exploro
si ya sé quién eres?
¿Por qué te invento
si ya existes?
¿Busco en tu
explotado yacimiento
un nuevo mineral?
¿Descubriré acaso en tu
infinita constelación
otro enjambre de estrellas…?
Cuando halle respuesta a
estas inquietas preguntas:
¿Quedarán palabras
para anotarlas?
¿O deberé alquilártelas,
mi abecedario?
( .... )

48.
" Creer "
¡ Tienes que creerme !
Cuando mis manos
agónicas reviven
en tu alegoría
cuando mi lengua
traduce la
ardiente esperma
de tu aliento
cuando me inundo
en tu surco
y naufrago soñoliento
en tus sueños....
 ¡ Tienes que creerme !
 Yo te creo un poco más
cada vez que
te dibujo por fuera
cada vez que
te leo por dentro....

( .... )


49.
" Sonido y Adicción "
¿ Por qué mis oídos
se envician con tu voz
?
¿ Por qué se drogan
con tu susurro y tu sonrisa ?
¿ Por qué no intentan rehabilitarse
-drogadictos incorregibles-
de todo lo que suene a ti ?


( Es verdad: en algunos casos, la droga MATA, o por lo menos, aturde, atonta.... )


50.
" Apenas me Adjetivo "
 Navego y naufrago
entre destinos gastados,
tiemblo y me sostengo
apenas lo consigo....
 Errante y cautivo
de sombras y tempestades,
sollozo y me derrito
apenas sobrevivo....
 Huérfano y socavado
por silencios y soledades,
agonizo y me gradúo
apenas de subversivo....
 Tembloroso, sollozante,
agónico, desesperado,
te invento, te persigo.



( En cierta ocasión una chica me dijo: "Quiero uno dramático, que desgarre...." Sin pensármelo demasiado, cogí éste y se lo dí. "Es perfecto", dijo, muerta de risa.... )

51.
Cuando de tus labios me nutro
terapia carnada despensa hábito
acabo sediento adéfago cárneo
rendido en la hamaca de tus besos....
 Cuando de tus labios me prendo
remolino ciego de faros en huelga
sucumbo a la tarifa ilegible del
neón sádico con que me alumbras....
 Cuando de tus labios me extravío
huérfano adalid carente de ninfas
despacio desempaco desaparezco
venido a boca a hambre a pretexto....

( Éxito casi nulo. Ya sé: me pasé 33 pueblos.... )

52.
Aunque te ocultes
entre roqueríos
de multitudes huyendo
perseguiré
tus noches febriles....
Aunque avances
entre desvíos
de laberintos fluyendo
haré y haré procesiones:
¡Haré miles!



( En otra ocasión hube de aclarar: "Mujer, procesiones en sentido metafórico, o si no te convenzo, figurado...." )

53.
Huérfano entumido
doliente malherido
cogí mis amarras
y despegué el vuelo
hacia lejanos horizontes
amenazantes desconocidos
cogí de prisa tu mano
para conocerlos contigo.


( Esto fue increíble: una chica lo cogió y me dijo: "Me llevo este melodrama con final feliz". Me quedé, viéndola alejarse, boquiabierto y sin palabras....)



54.
" Respuestas Desnudas "
¿ Qué silencio desgarrador
es capaz de llevarnos
al estruendo ?
 ¿ Con qué suave llovizna
de mi cuerpo te estás
estremeciendo ?
 ¿ Qué bosquejo cobijará
tu oscura retina
cuando con mi ausencia
me esté yendo ?
 ¿ Dónde hallarás
el candente espacio
para guardar
mi imagen ardiendo ?
 ¿ En qué frase de tu lenguaje
me convertiré
en premisa de tu invierno ?


( Otra, bastante mayor, la cogió y me dijo: "Esta noche tendré una seria conversación con mi esposo y le haré algunas preguntas...." )

55.
" Te pregunto " (I)
 ¿ Has despertado a tientas tu cuantiosa madrugada sosteniendo mi aliento que tiembla tu ventana, cual errante bohemio, ceñido al vaho de tus sábanas ?
¿ Has torcido la memoria hacia el resfriado otoño que telúrico te deshojó, que sacudió tus ramas ?


56.
" Te pregunto " (II)
¿ Deletreas en alfabetos inexactos una tregua sobre nuestra cama ?
¿ Certezas de sábanas sin tarifa ? ¿ Ventanas clausurando la ventisca ?
¿ Presientes mi alcohólica nostalgia adherida al último brindis en nuestras desnudas vendimias ?
¿ Albergarás en tus tres décadas siquiera un trozo de estación de tu último andén ?
¿ Dispondrás de rieles y vagones cuando mi sonriente equipaje se radique en tus labios ?

57.
" Te pregunto " (III)
¿ Has podado el cabello transgresor de los árboles ? ¿ Ese tras el cual solíamos ceñirnos presos y urgentes ?
¿ Has vuelto a urdir recovecos en ese parque que profanamos saltando las murallas ? ¿ En esa pendiente cuyo útero latió apenas lo sembramos ?
¿ Has bosquejado la sinuosidad de nuestra periférica ruta lamiendo con estrépito la furia de los pasos ? ¿ El manantial de nuestros eslabones sudando precipicios cimas peldaños ?
¿Has violado los goznes de ese cielo inconcluso apedreando a sus marchitas estrellas ? ¿ Has cruzado el umbral de la puerta entreabierta del hogar del burdel de la iglesia ?

58.
" Te pregunto " (IV)
¿ Ha rozado la yema de tus dedos la insondable burbuja que nos cobijó tenues y torrenciales ?
¿ El revolucionario pupitre que nos educó sumisos e incorregibles ?
¿ Ha abrigado tu lengua ardiente el furioso declinar de los termómetros que confundió nuestros pellejos ?
 ¿ El cadencioso trepidar de las hojas que embriagó nuestros sentidos ?
 ¿ El rebelde llanto del cielo abierto que dibujó charcos espejos sueños ?


( Y ésta es de risa: una estudiante de sicología asumió el reto de leerlas todas, temática por temática. Eso, hasta acabar con los Te pregunto del I al IV.... No pudo más. Me los devolvió sin dejarse alguno, y despidiéndose, me preguntó: "¿Eres capaz de mantener una conversación sin hacer preguntas?" Sorprendido y todo, se me ocurrió decirle: "¿Me lo estás preguntando?" "¿En verdad te interesa saberlo?" "¿Por qué me lo preguntas?".... "¿Por qué...." "¿....?" Hasta que, sin motivo aparente.... se fue. ¿Por qué se habrá ido....?" )


59.
Acaso la memoria
pueda ser más fuerte
que un abanico alterando
la espesura del aire…
 Acaso un racimo de
orgasmos navegue océanos
de añoranza pudriendo
los deshechos del hambre.

( .... )


60.
Ya no me busques.... 
Tan sólo no te salves 
de mi delirio.... 
¡ No escapes ! 
Si me hallaste, 
tan sólo castígame, 
homenajéame, 
traduce mi vocablo.... 

( Sí, un guiño a Benedetti, bastante incomprendido.... )



61.
" Pertenencia "
" Hoy, como tantas veces, 
no trepidaré en dejar que me halles. 
Renegaré de tu ausencia. 
Te transformaré en roquerío intenso y avasallador, 
en albedrío que me alimente y me divierta. 
Descompondré mi rutina a solas 
y me convertiré en ciudadano del mundo, 
habitante sempiterno de tu geografía inquieta. 
Visitaré el bosque de tu olfato. 
Lo incendiaré si me huele. 
Me perderé en él para que me rescates.... "
( .... )


62.
Desabrigo mis lágrimas 
y las expongo al frío, dictador ilustre. 
Convoco cimientos veredas y me radico 
en un sepulcral e incierto silencio. 
Clausuro y abro mis ojos en polvareda y brisa fresca. 
Lloro y me estremezco. 
Luego, y como siempre, te busco y me refugio 
en tu inefable sonrisa....
( .... )

63.
Colisiono con el clímax demente 
que hurté de tu incrédula prisa. 
Me desprendo de mi ruta de mi hemisferio 
que se torna ágil e irreverente 
con la cómplice profundidad de tu sonrisa.... 
( .... )

64.
¿ Por qué confundes 
tus uñas con arado 
y mi pecho con fértil surco ? 
¿ Por qué me rasguñas 
cada vez que te siembro ?

( Ésta dijo pícaramente: "Mmmhhh.... ¡ Qué buena idea me has dado ! )

65.
He robado una postal de tu noche 
y la he puesto junto a mi ventana, 
esperando tropieces 
con mis gritos que te llaman.
 Exiliado en la playa de tus reproches, 
me desnudo, me interno y me hundo en el agua, 
con tu adiós latiendo en el oleaje 
que crece y sacude mi cama. 
Despierto y tu postal también se ha ido. 
Oscurezco la ventana....
( .... )


66.
Recopilo la mensura 
de tu estratégica distancia 
y tiendo un cordel 
hasta el limbo de tus pasos 
para tropezar con tu aliento.... 
( .... )


67.
No me domestiques, recoge mi hojarasca. 
Haz de mi techumbre tu cabeza, 
desmiente tu avaricia entregándote.... 
No me salpiques de indiferencia siniestra, 
si me llevaste a tu bosque 
no me sueltes, no me pierdas.... 
Sólo dale a mi boca 
el tónico de tu hálito imborrable. 
Sólo enuncia mi nombre: 
aun siendo hoja seca cayendo, 
aun siendo hoja en rama inexpugnable....


(Esta vez, me quedé atónito. La chica, después de leer unos 15 o 20 marcadores, dijo: "Me quedo éste. Es el único que no entiendo. Y quiero averiguarlo....")



68.
"Eco en vertiente transparente.... 
¿Por qué es eterno 
el sonido de tu silencio 
y el murmullo de tu estrépito?"
( .... )


69.
" Mujer "
 Tantas veces trepé por tus piernas, 
extraviado en tus senos, 
extasiado en tus nalgas. 
Tantas veces busqué tu fina voz, 
tus uñas largas, tu olor a sangre.
¡ Cuánto tiempo bosquejé mi retrato 

junto a tu pelo largo y tu cintura de arena !
¡ Cuán fundamental en vida !
Quizás a la hora de morir me lleve -no sé dónde- 

tu mirada suave, tu olor entrañable....

( Me van a disculpar, pero debo decirlo: ( Es que situaciones como ésta, eran las que me hacían AMAR mi oficio ): la mujer lo separó y me dijo que iba por cambio. Tardó tanto rato que sólo después de dar varias rondas por la Plaza de Oriente, la ví de vuelta. Venía con su chica de la mano, se disculpó por la mentirilla del cambio y le propuso a ella: "Démosle las gracias a este señor...." Lo hicieron con los ojos vidriosos. Me dieron tanto dinero que llegué a avergonzarme y las ví irse tan cohesionadamente abrazadas que, sin salir aún del trance, se me escaparon las lágrimas.... )

70.
La vesania comparece
tiritan nuestros cuerpos
huyamos del tráfago
volquémosnos desde la cúspide
cicatricemos las heridas
lamiéndonos el miedo....

( Ésto fue muy curioso, casi divertido: para desgracia de mi ego, estoy seguro que se lo llevó más bien por descarte. Muy suelta de cuerpo me dijo: "para él yo soy su gata y para mí, él, mi gatito..." )

71.
Camino tu piel de recovecos ligeros
me aproximo a tu risueño candado
con la sonrisa de mi llave a cuestas
te despojo de cadenas. Alevoso
me hundo en tu pétalo intenso
me revuelco en tu prado
en la frescura de tu huerto....
( .... )

72.
Tan sólo refúgiate en el zócalo de mi noche
coge tu cintura tus labios tus montes
trasládalos a esta bodega hirviente
que no se incendia mientras no me toques
ni vengas libre de todo reproche....
( .... )

73.
Me refugio 
en la severa abstinencia de la periferia
huyendo del ámbito marchito de tu silueta
subyugado a ser distante
como el latido de un corazón agónico
que desfallece y se horada
en degollados despeñaderos
en tristes desiertos adheridos al silencio
sádica evidencia de tu voz desapareciendo
de mi acera y mi pavimento....
Es que has hecho mi suelo adicto a tus pasos.
( .... )

74.
¿ Buscas el polen ? ¿ Buscas el néctar ?
¿ Buscas un surco certero ?
¿ Buscas un arado tierno ?
Deshójame. Desnúdame.
Planea entre mi cielo turbio
Deslízate en mi espacio descubierto....
( .... )


75.
Nutres la fatiga 
de noches anoréxicas y ebrias 
sujetas al precoz equilibrio 
de una mesita tosiendo orgasmos.... 
Fatigadas noches adscritas 
al tenue recodo de una excusa o un eclipse. 
Noches fecundas como el surco hecho a mano....
( .... )


76.
Desprovisto de todo
heredero de nada
tretas argucias disparan
puterías salmos pancartas.
Yermo lejos de tus alas
me trizo mundanal terrestre
endémico ademán de la foresta
intrépido apostador que florece....
( .... )


77.
Míseros residuos
de un nidal agreste
roquerío que desciende
llanto que enceguece.
La tragedia se bifurca
horada un cielo mustio
me llevo tu olor 
acarreo mi hambre.
Para cuando el vuelo emprendas
se orinará mi olfato
congelaré mis hábitos....

( Esa maldita costumbre mía -adquirida en aquellos años- de tomarme las cosas tan a pecho…. Considerando la cantidad de rupturas amorosas que se producen a día de hoy, las 3/4 partes de los habitantes del planeta serían asexuados…. )


78.
Apenas traduje mis goznes
En tus demenciales piernas
Bosquejé un pozo de sangre
Sacudiéndose en mis venas.
 Incierto tropecé en tu carne
Ávido hurgué en tu periplo
Y cual premonición hallé
El reflejo de mi camino.
( .... )


79.
" Espera "
Me quedo en tu retablo
febril paciente te aguardo
empaco argucias vocablos
me nutro de ti para cuando....
.... Pueda soñar acaso
un bulto un andén un colapso
las hojas cayendo despacio
mi estampa de viajero cansado
la espalda mía en tus brazos....

( Aunque contradiga a los puristas, no me morderé la lengua: ha quedado redondita…. Curiosidades aparte, muchas de las que se llevaron este poema, me confidenciaron que esperaban a alguien…. )
(*** Este poema aparece publicado en la entrada anterior: por el título, era como decir el estado en que se encontraba el blog, en espera de esta entrada....)


80.
" Madre "
Nostálgico me sumerjo
en la lluviosa vertiente
del añorado suelo
de la madre ausente.
Presto acudo a encontrarme
con tu llanto y con tus desvelos
con tu semblante y con tu hambre
con tu dolor y con tus destierros.
¡Cuánta madre encuentro
en esta esquiva memoria
en este lápiz por dentro
en tu corajuda historia!
¡Ay madre, si sólo pudiera
abrazarte, beber tus lágrimas
darte un poco de Sol y brisa
tal cual tú ya hiciste
al darme este latir exuberante!

( Evidente la destinataria. ¿No os parece? Menos evidente resulta el espíritu del mensaje: cierto hálito a mea culpa…. )

&&&&   &&&   &&&   &&&&

.... ya no hay más mercancía.

( Mercader de Poesías - Claudio Olivos )

Nota: esta entrada aparecerá publicada el 24 de junio de 2008.... cuando en rigor, debería decir 28 de junio, que es cuando os la enseño....