jueves, 12 de junio de 2008



"Malas Noticias"




"En cierta cadena autonómica de televisión, la presentadora, cuidando dar con el más categórico de los énfasis, jugueteó con su voz nasal durante unos segundos y carraspeó delicadamente; el rictus de su boca se tornó provocativo, amenazante, y el brillo casi orgásmico de sus enormes ojos verdes inundó el estrecho enfoque con que el cámara principal la encuadraba. Lo ya dicho: durante unos segundos: nueve, once, quince.... No sé cuántos, los suficientes eso sí para pronunciar esa frase que me heló la sangre:
"Como era de esperar...., (jugueteo de su voz nasal) el presidente Bush...., (delicado carraspeo) una vez que visite los países ya mencionados...., (provocativo y amenazante rictus en boca) y dadas las nulas relaciones que mantiene con Rodríguez Zapatero, no tiene previsto...., (enormes ojos que brillan, inundándolo todo) pasarse por nuestro país...."
¡Qué gran comunicadora!
La ventaja de enterarse de ese tipo de desgracias (su no visita, se entiende) en medios que rebosan objetividad es que cada quien puede tomar partido por donde le plazca o le nazca del higo.
En una España convulsa y a merced de los dictados del asfalto, hubiese sido poco recomendable, pienso yo, recibir a tan digno visitante. A él, que poca o ninguna (más bien ninguna) responsabilidad tiene en la escalada alcista en el precio del petróleo. A él, un pacifista de raza, un tío que recorre el mundo impregnándonos de enseñanzas, enseñanzas que buscan imponer la razón sobre la fuerza.
¿Traerlo a España en semejantes condiciones? Claro que no. No se lo merece. (¡Por fin has hecho algo bien, ZP!) No es posible que Jorge se lleve esos disgustos; ni que pague los platos rotos ajenos; ni menos que se le achaquen las calamidades provocadas por esos fascinerosos traficantes de armas, por esos belicosos yihadistas, por esos jodidos buscapleitos. ¡Cuánto eje del mal desperdigado por el planeta! ¡Y cuántos cojones le ha puesto Mr. Bush para mantenerlos a raya!
Sin embargo, y por desgracia, nunca faltan aquellos que se obsecan, que se empeñan en ver bajo el agua. Hace un rato escuché a uno de éstos cagándose en todo el árbol genealógico del ilustre mandatario. Lo hacía acodado a la barra del chiringuito de la esquina. Lo hacía dando voces sin importarle lo que los demás opináramos. "La culpa es de ese alcohólico de mierda...." fue lo primero que dijo. "Lo mejor es que no venga. Así, el aire estará menos irrespirable...." continuó, casi sin tomar aliento. Y así largo rato. Vomitando lindeces cada vez más subidas de tono; vómitos expulsados desde sus procaces labios, cuyas comisuras guardaban crecientes motas de espuma. ¡Vaya cabreo el que llevaba ese tío! Hubo un momento en que pensé pararle los pies. Los más de diez centímetros y los veinte o treinta kilos que me sacaba, (unidos a las enseñanzas de Bush Jr. con que me he impregnado), me mantuvieron a prudente distancia del odioso sujeto....
Ahora, mientras hojeo El Mundo (otro claro ejemplo de objetividad sublime; el mismo al que ese graciosito del late night suele decirle el Diario Bórico) intento conjugar éstas con otras ideas de antaño.
De pronto, una imagen en la sección internacional me deja embobado (bueno, lo mismo un poco sorprendido). Es el gran George W. Bush.... ¡Vestido de comando y apuntando con un arma! (De seguro le han hecho una broma de mal gusto; o tal vez se trata de un absurdo montaje. ¿O es que celebra una fiesta de disfraces?) Seguro ha sido un puto paparazzi.... Ese hombre tan probo no es de llevar ese tipo de atuendos, (y en caso de llevar alguno, lleva túnicas blancas). Así debe ser. Sencillamente le han pilla'o en un renuncio...."



( Claudio Olivos - junio 12 de 2008 - Madrid )

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