miércoles, 19 de septiembre de 2018




                                         "Terapia

       de Reconstitución Geográficafectiva"                                                                            

                                                       
                                          (SANACIÓN DEFINITIVA)

(( Diagnóstico: Memoria Intacta, Entumecimiento General, Tos de Gatos y Falta de Higiene Conviviendo Sanamente con una Epidérmica Sensación de Privilegiado y Agradecido a Partes Iguales .... )) 

                               
                                                    "Década"



Desde la Lejana República del Olvido, El Hombrecillo Apenas Tuvo por Recurso Emborracharse con Aquella Cepa Epistolar Rotulada “Diez Años Reserva”. Sí. Emborracharse Hasta el Tuétano con Aquel Vino Rojizo que Olía a Residuo Estival en el Ombligo del Retiro y a Risueña Hojarasca Cubriendo el Paseo de la Castellana… Lo Hizo Desde la Perspectiva que Otorga un Bareto de Mala Muerte, un Camarero Borde, la Opacidad de una Copa, la Soledad de una Mesa Coja… No Obstante, Bebió con Fruición. Como si le Fuera la Vida en Ello… Al Principio Danzaron; Después Temblaron. Y al Poco Rato, se Cimbraron Hasta el Estallido las Botellas…

La Lectura de los Diálogos Escritos que Rememoró Devinieron a Tonel Torpe, a Vasija Vacua, a Sarmiento Sanguinoliento. A Rimas de Guardería, a Metáforas Cursis. A Espanto Mezclado con Esperpento… En su Mirar Nublado, los Calendarios se Asomaron Belicosos, Procaces, Astillosos, Harapientos… Un Calor de Sótano Invadió su Vientre… Un Asco Repentino Convocó una Pota Descomunal, Expulsada sin Remilgos… Al Tiempo que Contemplaba en la Arbitrariedad de las Formas del Vómito un Paisaje Dantesco, Pudo Ver, También, Cómo Asomaban los Remordimientos, los Mea Culpa, los ‘Lo Siento’… Una Carcajada Venial Vino a Coronar la Escena. Y en su Eco, la Absoluta Certeza de Saberse Falible, lo Mismo que Culpable.

El Hombrecillo Estregó Sus Ojos Vidriosos y con Escaso Pudor Apartó los Mocos que le Humedecían el Bigote… Sólo Entonces Volvió a Mirar el Calendario. Lo Vio Impoluto. Pensó en la Cadencia de esos Diez Años. Pensó en la Vid Recién Plantada y en la Paciente Estructura del Proceso que Acababa con el Descorche de esa Botella Recién Llegada a su Mesa. Esta Vez Pudo Ver a un Camarero Presto y Amable que le Llenaba una Copa Límpida, Transparente. Y, Tal Si le Adormecieran la Garganta, Sintió Cómo la Denominación de Origen de ese Vino Traía Consigo el Fotograma Exacto, el Segundo Preciso en que una Cabriola del Destino lo Retó a un Desigual Duelo Contra el Vértigo Primero y Luego, Contra la Incertidumbre…

El Hombrecillo, Tras Rememorar los Hitos de su Hazaña Inconclusa, de su Bellísimo Fracaso, lo Tuvo Meridianamente Claro:
Tinto y en Botella! –exclamó, ya Sin Rastro Alguno de la Curda…


Y es que Fue en ese Instante Cuando Comprendió que la Memoria no Está Reñida con el Desdén y que los Borrachos También Mienten…



                                   Claudio Olivos ( Septiembre 9 de 2018 - Santiago de Chile)

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