jueves, 29 de mayo de 2008


"Hemisferios"

(VINCENT van GOGH - "The Potato Eaters" - Nuenen, The Netherlands, april 1885)


¡Qué pesados! Una vez más, como si de una moda se tratara, surgen los iluminados de siempre teorizando acerca de la relación entre los principios y lo material. Lo peor es que lo hacen como juez y parte. Desde sus teóricos ámbitos, desde sus ambiguos púlpitos.


Ahora les ha dado por meterse con ciertos personajillos, a los cuales cariñosamente les llaman pragmáticos, simples, cosistas o materialistas. En lo personal, me parece harto injusto que se les ataque de manera tan inmisericorde. Me pregunto: ¿qué culpa tienen Gates, Slim o Amancio, de que lo material -principalmente lo valioso- se acumule en torno de ellos? Me cuesta creer que sufran el Síndrome de Diógenes en Versión Mejorada. Pobre gente. Dicho sea esto en sentido figurado. Nada de ironías. Claro, resulta demasiado fácil atacarles, menospreciarles y, puntualmente, envidiarles. Yo no caeré en ese retorcido ejercicio.


Como parte de la diversidad de la fauna y, como una espontánea manifestación del equilibrio, hay excepciones. Vale, que no son excepciones que rompan la regla precisamente, pero es algo por el estilo. Han de ser unas seis mil millones de personas obstinadas en apartarse de lo materialmente valioso. Hay matices, como para todo. Pero hay algunos fundamentalistas, -unos tres mil millones-, que se han tomado aquello muy a rajatabla. Suelen aparecer en los telediarios y en la prensa manifestándose en sitios calurosísimos, agrestes y polvorientos. Originales ellos, no buscan enfrentarse con la policía, tampoco queman contenedores ni destruyen el mobiliario urbano -principalmente porque no los tienen al alcance-. Menos portan pancartas o lienzos al uso. Nada de eso. Han cogido por hábito poner caritas para la foto o la toma de rigor, y, con el mismo estudiado propósito, han cogido el hábito de moverse penosamente, dejando sus extremidades y sus barrigas inflamadas a la vista, como queriendo enseñarnos el éxito de sus dietas extremas. Qué farsantes parecen, con sus legañas y mucosidades puestas como a postas, maquillándoles la cara. Y todo por el mero afán de escenificar dignamente el rol de voceros de la abstinencia. Qué manera más radical de alejarse de esa variante del Síndrome de Diógenes.


Entre los principios y lo material hay, creo yo, un espacio que resulta infinito. Y, con un mínimo de organización y buena voluntad, en ese espacio cabemos todos. Juntos. Hermanados. Asociados. Ya en forma de conglomerado, o de trasnacional, o de tribu, o de sindicato. Es cuestión de elegir. Y luego, claro está, cuestión de aceptarlo.


De muestra, un botón: en una revista dominical comparten página, a partes iguales, (como si alguien hubiese trazado una especie de Línea del Ecuador y con ello dado lugar a la existencia de dos hemisferios) fieles representantes de ambos bandos. Supongo que para más de alguna mente retorcida puede resultar irónico el siguiente detalle: la mitad superior –a la que llamaremos Hemisferio Norte- es ocupada por la fotografía de una muchedumbre manifestándose del modo arriba descrito, con la inflada barriga de uno de ellos acaparando buena parte del campo de la imagen. La mitad inferior –adivináis: a esta la llamaremos Hemisferio Sur- es ocupada por la publicidad de Zara y una modelo luciendo un bikini. Como los de arriba, la chica luce menguadas extremidades, aunque nada, nada de barriga....

Objetivo y justo, una vez dejada de lado la revista, me negué a tomar partido de manera espontánea por alguna de las dos opciones y preferí echarlo a suertes, lanzando una moneda al aire. El resultado fue no sumarme al espíritu de esa manifestación y dirigirme a la Calle Preciados para comprar ese bikini. (Que terminé regalando a una huesuda amiga que cumplía años).
Y que no me vengan con sermones. No se trató de una cuestión de principios. Son las cosas del destino....

( Claudio Olivos - mayo de 2008 - Paseo Imperial, Madrid )

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