" El Octavo Hijo "
Lo ha parido. Al fin. Ocurrió hace pocos días. Tras frenéticos intentos y sonadas pérdidas, Doña Semana ha traído al mundo a alguien esperado por unos pocos: su octavo hijo.
No ha dudado en llamarle Córcoles. Menos dudas ha tenido a la hora de posicionarlo, de asignarle un sitio. Le ha llevado hasta el limbo, un sitio virgen, entre sus hermanos Domingo y Lunes....
Con la asignatura pendiente de reformar drásticamente la ocupación o utilidad futura de cada uno de sus hijos o, mejor aún, la de corregir la dispar proporción trabajo/descanso que ellos desempeñan en un lugar llamado sociedad, Doña Semana se ha permitido una especie de licencia con el último de sus vástagos y le ha dado la posibilidad de hacer con la gente lo que le plazca: llevarla de excursión por las grandes superficies; dejarlas en casa frente a una hipnótica caja reflectora o -y esta es la idea que más seduce a Córcoles, el retoño- llevarlas a los parques y plazas, tumbarlas sobre el césped y llenarles el rostro de cielo. De puro cielo. ¡Sí señor!
(Y convertirlos en rostros inolvidables.... Como el de aquella mujer que se hace llamar “Aytiritas”....)
Así es: la principal consecuencia de la llegada de Córcoles es ver a madre e hijo adscritos a un sólo propósito: enseñarnos a coleccionar calendarios con la sabiduría de un viejo.... O, lo que es igual, que dejemos de contarlos como hasta ahora: con la prisa de quien se duerme un Domingo, despierta un Lunes y se muere un Miércoles....
( Claudio Olivos - Julio 15 de 2008 - Madrid )
Nota: la "responsable" de esta entrada es ella. Se hace llamar "Aytiritas".... Y es verdad: si bien la he visto apenas una vez, puedo asegurar que lleva la cara repleta de cielo. Como cuando la abordé con mis poesías....
Fue instantánea, categórica. Apenas leyó el "¿Por qué la semana se niega a parir su octavo hijo?" exclamó: ¡Córcoles! Si naciera.... se llamaría Córcoles. Así lo dijo. Con una sonrisa esdrújula. Y me lo obsequió. De modo que, gracias a su generosidad he profitado de su genial ocurrencia....
Algo me dice que la jovencísima mujer, con el paso de los años se convertirá en una de esas viejitas sabias. Una de esas que, a la hora de morir, seguro querrá hacerlo un Córcoles cualquiera....
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