viernes, 4 de julio de 2008


" Poemas de los Bajos Fondos )


III. " La Vania "

Ya sin sus bragas, en el colectivo, la rubia
escultural atrajo mi atención con sus piernas
larguiruchas y blancas, insistentes y astutas.
Ocurrió una noche de proporciones inmensas....

Solos atrás, ella y yo, aguardando pasajeros.
–Distraído, el chofer fumaba un laqui sin filtro–.
Levanté carpa, apenas conteniendo mi aliento,
cuando sus sabios dedos jugaron con mi ombligo
bajo la atenta mirada de Don Andrés Bello.
El perenne circo en La Alameda, ebrios, mendigos,
el frontis de La Chile, una par de barrenderos,
pretendieron distraerme, sin poder conseguirlo.


Al llegar a mi antro los quité con gesto amable.
Insistió enseñando la hendidura de su sexo.
Ágil, certera, tomó mis dedos que, cobardes
huyeron tras tocarlo, tras sentirlo latiendo.
Segundos después, gané un asiento hasta acercarme
peligrosamente a su alma, a su lóbulo izquierdo.
Mis palabras en susurro contuvieron su hambre
y su esquizofrenia de calle dio paso al miedo....
Durante el crepuscular trayecto y sobre mi hombro
derramó los hitos de una existencia funesta:
"Después que lo consiguió y como no me indispongo
Del número Ciento Dos de La Calle Bandera
me echó el Señor Mejillones a fines de agosto....
En San Camilo y Marín me viste de tigresa,
ese cabrón que me casca y me mete en el hoyo
si no le doy la misma plata que La Mireya.
Mañana me lleva a Colina por lo del aborto.
Me preocupa que le cuente todo a mi vieja
que nada sabe de esto, allá lejos, en Osorno.
Oye, te lo suplico: págame cuando puedas
Pero vente conmigo. Tengo un miedo muy, muy hondo.
Y gracias por escucharme con tanta paciencia."


"Mujer. Lo siento. En un rato debo ir al colegio...."
Me deshice de su cara en mi hombro, de su desgracia.
Pronto crucé la plaza esquivando sortilegios.
Cabizbajo, maldije mi vil, cobarde hazaña.
A media calle, la rubia me abrazó y un silencio
que todo lo estremecía, nos cubrió de magia.
Llegamos a mi jardín de rocas y nísperos
y allí nos ocultamos de quirófanos y aulas....


( Claudio Olivos - octubre 5 de 1988 - Santiago de Chile )


&&&


Nota: La Vania (nombre puramente artístico) existe. Al menos espero que aún sea así. Las estadísticas están de mi parte. (Dentro de unos meses cumple 45). Aunque sus constantes gallitos con la vida me invitan a la prudencia.
Este poema recoge de manera bastante fidedigna una dichosa jugarreta del azar. En clave Poemas de los Bajos Fondos, recrea el cruce de nuestras vidas un ya lejano (e histórico) octubre del ’88. Un domingo que ya era lunes 3 de octubre, a más señas. A mis nada tiernos 16 años (según sus eruditas palabras).
El azar quiso que tuviera la fortuna de perder por los pelos un 16 (mero alcance numérico); uno de esos colectivos que, estacionados en plena Alameda, entre Prat y San Diego, solían llevarme a casa. Lo de la fortuna (por raro que de momento os parezca) radica en el detalle que, gracias a perderlo por los pelos, hube de coger el siguiente....
Y allí empezó todo. A bordo de ese mítico 404.... Conmigo esperando en bella e inquieta compañía, hasta el instante en que mi buen amigo, El Pantera, se dignó a partir, en esa ocasión rumiando y con la radio a todo volumen, ya que además de La Vanita y El Rucio, no vinieron más pasajeros....
Por razones obvias, el trayecto se me hizo más breve que de costumbre.
Con el tiempo, y gracias a la entrañable amistad que surgió entre ambos, La Vania se convirtió en mi musa de los bajos fondos y en una impagable profesora (no en cuanto a lo que estáis pensando, sucias mentes....) A pesar de la intensidad de nuestras vidas, de nuestros trabajos, siempre nos las ingeniamos para vernos, para mantener el vínculo. Ahora, resulta divertido recordar que en lo relativo a mis parejas, ella constituía mi lado oscuro, uno de mis más recónditos secretos. (Cuestión con la que mi amiga no estaba de acuerdo, pero que, comprensiva como ninguna, entendía y aceptaba estoicamente). A veces pasaba medio año sin saber el uno del otro. Pero no importaba. Manteníamos una mística forma de comunicarnos y no resultaba extraño que nos reencontráramos, cual pícaro acertijo, cuando el otro pasaba una mala racha o sencillamente, cuando el otro sufría una desgracia....
Eso, hasta poco antes de venirme a España. En septiembre de 2003, me visitó en mi piso del centro. Pasamos un fin de semana juntos. Inolvidable. (Sí, al haber sólo una cama, dormimos juntos. Y semidesnudos. Y, como siempre, nada de eso pasó. Os diré: lo más atrevido que hicimos fue rascarnos la espalda....)
Supo lo de mi viaje y se alegró muchísimo, al tiempo que se puso muy triste. Dentro de nada cumpliría los 40 y yo ya no estaría. Tuve la ocurrencia de regalarle uno de los pergaminos de mi mercadeo de poesía y me lo agradeció con su clásico beso en la frente y mi nombre en diminutivo.
Cuando corría noviembre, y, aplazado mi viaje hasta nuevo aviso, la busqué. Era el día de su cumpleaños y quise sorprenderla con un regalo muy especial: todas las poesías y escritos que ella me había inspirado (ésta entre otras), pasadas por ordenador, elegantemente paginadas. Obsequio que serviría para reemplazar los originales que tan celosamente guardaba y llevaba con ella, pero que, de tanto leerlos, de tanto abrirlos y cerrarlos, era penoso ver su estado.
No siempre las historias tienen un final feliz. La busqué en todos aquellos sitios posibles de encontrarla.... Y en los nuestros. No pudo ser....

Un par de semanas después, cruzando el charco, me acordé insistentemente de ella. Recordé que, mientras desayunábamos en la cama, me dijo que su media hermana vivía en las Islas Baleares, pero que no se hablaban. Que me lo había dicho hace mucho. Yo, la verdad, no lo recordaba.
Casualidades de la vida mediante y aunque parezca un absurdo, he abierto este blog pensando, cómo no, también en La Vania. Sueño con la idea, bastante improbable –he de admitirlo- de encontrarla. Más bien que me encuentre. No sé en forma de qué traducir esa ínfima posibilidad. No sé si en forma de otro guiño del destino, o, para los creyentes en ese tipo de cosas, en forma de justicia divina. El caso es que creo en esa posibilidad. Entiendo que mis sueños suelen ser muy peculiares.... Parecidos a LA VANIA, como cuando Mi rubia de la Abundancia, muerta de risa me decía: "Ya sé que para ti soy peculiar y ya sabes que para los demás soy ...." (Este entrecomillado, huelga decir, lo entenderían solamente en Chile).

Nota sobre el poema: por las razones obvias y por la pizca de sentido común de casi siempre, los datos de donde la despidieron y de quien lo hizo, no son reales.... Bastantes problemas me he buscado y he encontrado en la vida, pero con los padrinos chilenos, por poquita cosa que sean, no me apeteció ni me apetece meterme.... Suficiente tuvimos ella y yo con "Alvarito Corbalán", el chulo hijo de la gran puta ese.... Un tío extremadamente violento y malo como ninguno.... pa’ los combos.

Nota sobre cualquiera de estas notas: todos los Poemas de los Bajos Fondos (los de antes, éste y los que vengan), están, para lo bueno y para lo malo, escritos en.... chileno.




( Claudio Olivos - Julio 4 de 2008 - Paseo Imperial, Madrid )


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